25/4/09

BORGES Y LA ESTÉTICA

Con la voluntad de aclarar ciertos puntos oscuros:

>> La doctrina romántica de una Musa que inspira a los poetas fue la que profesaron los clásicos; la doctrina clásica del poema como una operación de la inteligencia fue enunciada por un romántico, Poe, hacia 1846. El hecho es paradójico. Fuera de algunos casos de inspiración onírica -el sueño del pastor que refiere Beda, el ilustre sueño de Coleridge-, es evidente que ambas doctrinas tienen su parte de verdad, salvo que responden a distintas etapas del proceso.(Por Musa debemos entender lo que los hebreos y Milton llamaron espíritu y lo que nuestra triste mitología llama lo Subconsciente).



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En lo que me concierne, el proceso es más o menos invariable. Empiezo por divisar una forma, una suerte de isla remota, que será después un relato o una poesía. Veo el fin y veo el principio, no es lo que se halla entre los dos. Esto gradualmente me es revelado cuando los astros o el azar son propicios. Más de una vez tengo que desandar el camino por la zona de sombra. Trato de intervenir lo menos posible en la evolución de la obra. No quiero que la tuerzan mis opiniones, que, sin duda, son baladíes. El concepto de arte comprometido es una ingenuidad, porque nadie sabe del todo lo que ejecuta. Un escritor, admitió Kipling, puede concebir una fábula, pero no penetrar en su moraleja. Debe ser leal a su imaginación, y no a las meras circunstancias efímeras de una supuesta "realidad".

[...] Al término de tantos años -y demasiados- años de ejercicio de literatura, no profeso una estética. ¿A qué agregar a los límites naturales que nos impone el hábito los de una teoría cualquiera? Las teorías, como las convicciones de orden político o religioso, no son otra cosa que estímulos. Varían para cada escritor. Whitman tuvo razón al negar la rima; esa negación hubiera sido una insensatez en el caso de Hugo.
Al recorrer las pruebas de este libro*, advierto con algún desagrado que la ceguera ocupa un lugar plañidero que no ocupa en mi vida. La cegera es una clausura, pero también es una liberación, una soledad propicia a las inveciones, una llave y un algebra.



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Extractos del prólogo "Obra poética, 3". Jorge Luis Borges.






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